Los castigos medievales más brutales

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Los castigos medievales más brutales

Durante la Edad Media y en nombre de la Santa Inquisición, muchas personas fueron llevadas a juicio, torturadas y ejecutadas de la manera más horrenda. La Santa Inquisición fue una institución creada en el siglo XIII cuya lucha contra los herejes se extendió durante más de seis siglos por países como Francia, Italia, España o Portugal. Sirvió de contexto para los crímenes más atroces contra la humanidad. Aquí te presentamos los castigos medievales más brutales para que votes por el más terrible de todos.

Empalamiento

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Empalamiento

Si esto no es un castigo terrible entonces no sabemos qué más podían hacer a un humano. Al hereje o criminal se le introducía de un solo golpe una estaca que entraba por el recto o la vagina y salía por la boca. Es una práctica que se heredó de Egipto y Mesopotamia y evidentemente muy efectiva para generar terror en el medioevo.

La sierra

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La sierra

Uno de los castigos más brutales. Se aplicaba a mujeres que habían sido embarazadas por satanás y para evitar que la criatura naciera los inquisidores colgaban a la mujer de cabeza y procedían a cortarla con una sierra desde el ano hasta el vientre. Lo peor es que la mujer no perdía la conciencia hasta que la cierra llegaba al pecho.


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El tormento del agua

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El tormento del agua

Este castigo es tan efectivo que en la actualidad algunas agencias de inteligencia lo siguen utilizando. En la Edad Media consistía en tumbar a la víctima sobre una mesa, atarle las manos y los pies, taparle las fosas nasales e introducirle una pieza de metal en la boca para evitar que la cerrara. Luego le hacían tragar a la víctima ocho cuartos de líquido. La sensación de ahogamiento era tan insoportable que las personas terminaban confesando.

La garrucha

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La garrucha

También conocido como estrapada, este castigo consistía en atar las manos del preso por detrás de su espalda. Luego se alzaba a la víctima varios metros del suelo tirando de sus muñecas mediante un sistema de poleas. Por último le dejaban caer. No se golpeaba contra el suelo, pero la sacudida le dejaba descoyuntado.

El aplasta pulgares

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El aplasta pulgares

Era un instrumento metálico en el que se introducían los pulgares de las manos y los pies. Luego se le daban varias vueltas a un tornillo hasta destrozar los dedos. Tenía un origen veneciano y la mayoría de los textos lo definen como un utensilio sencillo, de uso práctico y sumamente doloroso.

La doncella de hierro

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La doncella de hierro

No se llegó a utilizar con tanta frecuencia debido a su severidad. Se trataba de introducir a la víctima en un sarcófago con pinchos metálicos que al cerrarse perforaba el cuerpo del acusado. Así, la víctima se desangraba poco a poco hasta morir.

La cuna de Judas

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La cuna de Judas

Estaba formado por dos partes: un sistema de poleas que permitía alzar a una persona en el aire y una pequeña pirámide de madera cuya punta estaba sumamente afilada. Durante el castigo se levantaba a la víctima en el aire solo para dejarla caer repetidamente y con fuerza sobre la base del artefacto para que su ano, vagina o escroto se desgarraran. Lo más cruel es que el verdugo podía controlar el daño con la fuerza de la caída.

El potro

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El potro

Esta máquina se creó durante la Edad Media y era uno de los elementos de tortura de la Santa Inquisición más populares. Su uso consistía en ubicar al culpable sobre una mesa que contaba con cuatro cuerdas, atando sus brazos y piernas. Las cuerdas de las muñecas estaban fijas a la mesa y las de las piernas se iban enrollando a una rueda giratoria. Así que cada desplazamiento de la rueda generaba una tensión terriblemente dolorosa. La intensión era que el hombre o mujer en cuestión confesara su pecado.

La pera vaginal, oral o anal

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La pera vaginal, oral o anal

No pienses que se trataba de introducir una pera por estas partes del cuerpo. En realidad este castigo consistía en introducir por la vagina, el recto o la boca, un instrumento en forma de pera, que una vez adentro se abría mediante un tornillo y generaba un dolor inmenso. Se introducía por la vagina si era una mujer culpable de incesto o de sostener relaciones con el diablo; por el ano si era un homosexual pasivo y por la boca si era un hereje.

Rueda de Catalina

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Rueda de Catalina

Se le aseguraba al prisionero una muerte lenta y dolorosa al colocarle en cruz sobre una rueda con cuchillos afilados. Así, el culpable de herejía se rompía todos los huesos mientras rodaba pero la cabeza permanecía intacta.