El libertinaje de este papa era tal, que el poeta Petrarca impuso al bon vivant Clemente VI el nombre de Dionisos eclesiástico por el número de amantes y la gravedad de su gonorrea. Cuando murió, se hicieron misas por toda Francia clamando por su alma, pero los franceses decían en las calles que ni todas las misas del mundo eran suficientes para este amante del sexo salvaje.