Narciso era un joven engreído y al mismo tiempo muy apuesto. La Ninfa Eco se enamoró perdidamente de él, pero él la rechazó y ella desolada se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz. Entonces Némesis, la diosa de la venganza para castigarlo por su engreimiento hizo que se enamorara de su propio reflejo en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de separarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, el narciso.