Para finales del siglo XVI el Imperio Español era dueño de vastas riquezas de oro y plata que al día de hoy son el equivalente a más de cuatro billones de dólares. Toda esta riqueza permitió a España financiar toda clase de campañas militares en toda Europa logrando expandir su territorio a otros grandes países como Italia y Alemania. Sin embargo, esto terminó siendo un arma de doble filo, ya que las constantes guerras causaron una presión inflacionaria insostenible agotando el tesoro español.