El Imperio Romano mantuvo su poderío por casi 800 años, pero luego de la muerte del emperador Comodoro en el 193, este poder en el que se incluye el económico comenzó a desquebrajarse. A finales del siglo III la degradación de la moneda se salió de control, ya Roma no podía pagar las legiones que siempre habían mantenido la paz dentro de sus territorios. El comercio se desmoronó y al final el imperio fue dividido sin poder jamás recuperar su antigua gloria.