Jesús hizo que sus discípulos subieran a una barca mientras él subió a un cerro a orar. Al caer la tarde, la barca se había alejado mar adentro, pero entonces Jesús les alcanzó caminando sobre las aguas. Al ver su figura a la distancia, los discípulos sintieron pavor, pensaron que se trataba de un fantasma. Pero luego se percataron de que era él, y no menos sorprendidos, entendieron que aún ellos mismos podían caminar sobre las aguas si tuvieran fe.