Esta máquina se creó durante la Edad Media y era uno de los elementos de tortura de la Santa Inquisición más populares. Su uso consistía en ubicar al culpable sobre una mesa que contaba con cuatro cuerdas, atando sus brazos y piernas. Las cuerdas de las muñecas estaban fijas a la mesa y las de las piernas se iban enrollando a una rueda giratoria. Así que cada desplazamiento de la rueda generaba una tensión terriblemente dolorosa. La intensión era que el hombre o mujer en cuestión confesara su pecado.