En 1925, el estafador Victor Lustig se aprovechó de un artículo que estaba leyendo en un periódico. El artículo discutía los problemas que la ciudad de Paris tenía para mantener la Torre Eiffel. Así que se hizo pasar por un funcionario del gobierno e invito a seis comerciantes de chatarra para discutir un posible acuerdo comercial. Lustig le dijo al grupo que el mantenimiento de la Torre Eiffel era tan escandaloso que la ciudad ya no podía mantenerlo, y quería venderlo por chatarra. Así que le vendió la Torre Eiffel a uno de los comerciantes de chatarra y tomó un tren a Viena con la maleta llena de dinero. El comprador estaba demasiado humillado para quejarse a la policía.