Victor Lustig vendió este monumento moderno, haciéndose pasar por un funcionario encargado de la venta de tan prestigiosa estructura. Tuvo muchos interesados, pero quien la compró y perdió el dinero luego no fue ni siquiera capaz de denunciar por la vergüenza que sentía al haber sido timado de esa forma. Se dice que más tarde Eiffel incluso le robó a Al Capone.