En 1806, una gallina domesticada en Leeds, Inglaterra, pareció poner huevos con el mensaje "Cristo viene". Según informes, una gran cantidad de personas visitaron la gallina y comenzaron a desesperarse por el próximo Día del Juicio. Sin embargo, pronto se descubrió que los huevos no eran en realidad mensajes proféticos, sino el trabajo de su dueño, que había estado escribiendo sobre los huevos con tinta corrosiva y los reinsertó en el cuerpo de la pobre gallina.