También conocido como el movimiento chicano, incorporó varios problemas diferentes que plagaron a la gran comunidad mexicano-estadounidense: derechos de los trabajadores agrícolas, mejor educación, derechos políticos y de voto, restauración de concesiones de tierras y más. En solo unos pocos años, el movimiento se había extendido por todo el país, influyendo en otras comunidades latinas para unirse en la lucha para crear una nueva identidad transnacional.