Cada franquicia tiene ese punto donde cae de la gracia y desciende a la mediocridad. Para la franquicia de Terminator, esa película fue esta por el director Jonathan Mostow, quien tuvo la tarea poco envidiable de ser el primero en suceder a Cameron. La rebelión de las máqimas confía demasiado en el humor e ironía sobre el material de sus predecesores, con Kristanna Loken como el oponente del T-800 en esta ocasión. Sin embargo, la película hace un trabajo decente para cerrar la trilogía pre-apocalíptica, con un final inquietante que insinúa el destino de John Connor como líder de la humanidad.